Para Ubuntu, ¿Qué es un oficio?
- Centro Educativo Lirio Azul
- 8 ago 2020
- 4 Min. de lectura
Etimológicamente, la palabra “oficio” viene del latín “officium”. Por su lado, la palabra “officium” viene de los vocablos “opus” que significa “obra” y “facere” que quiere decir “hacer”. Además el sufijo “io” le agrega el sentido de “acción y efecto”.
Buscando definiciones encontramos que un oficio es aquella actividad que requiere algún grado de conocimiento especializado sobre algún área y se ejerce a cambio de una remuneración económica. Un oficio casi siempre está relacionado con las actividades manuales como las de artesano, panadero, carpintero, talabartero, alfarero...
Para Ubuntu - la Tienda del Lirio, OFICIO es una palabra con mayúsculas. ¿Y por qué? Porque no solo implica un conocimiento especializado sino que está vinculado con la historia de vida de quien lo desarrolla. Hubo un momento, un ENCUENTRO HUMANO, en la biografía de ese ser que lo marcó de allí en adelante: una mirada, una palabra, un gesto amoroso, un interés por un otro... Y sin siquiera notarlo, ese hecho, aparentemente tan insignificante o aislado, l@ fue guiando hacia la tarea que hoy desarrolla, donde pone sus capacidades y su sensibilidad a disposición, a través de un material. Y no cualquier material, sino aquel que habla de él/ella, que lo representa, que lo vincula con la tierra de una manera única, propia. Así, para Ubuntu, un OFICIO es una tarea que DIGNIFICA.
¿Quieren leer una historia que emociona, la de un Maestro Talabartero? Porque además, para Ubuntu, quien desarrolla un OFICIO de esta manera es un MAESTRO en su labor...
"Mi nombre es Cristian, vivo en Capilla del Monte desde hace 7 años. Tengo 41 años y soy padre de cuatro niñ@s. Con mi compañera Valeria, trabajamos varios materiales, pero desde hace unos 8/9 que nos abocamos al cuero.
Mi primer acercamiento con un oficio fue a través de un vecino que hacía cajones de frutas. De vez en cuando, cuando estaba aburrido, me trepaba por el techo de mi casa y miraba su taller, sus herramientas. Me parecía fantástico cuando ese taller se llenaba de cajones, todos hechos por el solo, apilados hasta el techo. Ni sé cómo llegaba a apilarlos tan altos, o tal vez era por mi pequeña altura.
Yo tendría entre seis y ocho años, máximo. Don Salvador... cuando se lo pedía, me ayudaba a hacer algún juguete como dardos o arcos. Yo era muy tímido, no me animaba a pedirle mucho, solo cuando me ganaba el deseo de tener algún juguete. Todavía me acuerdo, me quedó grabado cuando me hizo esos dardos, cada paso .
Muchos años después, viajamos a la provincia de Córdoba, Mina Clavero; a mi viejo le gustaba recorrer mucho, así que todos los días salíamos a pasear con el auto. Uno de esos, vimos un cartel en el medio de la nada prácticamente, el cartel decía: "tortas y duendes". Mi viejo, curioso, quiso ir a ver. Yo seguía muy tímido, tal vez más que cuando era un niño. Ellos compartieron charlas. Estábamos en el patio de su casa, se veían los cerros y tenían varios hijos, según mi vieja. Yo solo recuerdo al bebé estaba con su cunita, ahí en el patio, mientras hablábamos; seguro interactúe con él, siempre me gustaron los chicos. Cuando nos íbamos, le gané a mi timidez y me volví, les pedí sacarles una foto a la pareja con el bebé.
Esa foto, 4 años más tarde, estaba formando parte de un álbum que me había hecho con las personas que más quería. En ese momento, no me pregunté porque. Pero sentí que tenían que estar ahí.
Mi vida transcurrió y, a los 18 años, había hecho un curso de cuero en un taller que tenía mi mamá, a los 20 fui a vender a Parque Lezama. Y no pasó mucho tiempo para que me fuera de viaje por Sudamérica.
A la vuelta, se empezó a gestar nuestra hija más grande, luego siguió el resto.
Trabajamos el metal, la lana, la madera y el cuero... mi primer amor.
Muchos años me costó encontrar mi profesión, hasta que acepté que yo era artesano y que no tenía que buscar más... Que era tan valioso como un médico o un abogado. Por supuesto, el peso familiar y de la sociedad es muy fuerte y primero tuve que librar esas batallas.
Ser artesano para mi es mantener vivo un conocimiento ancestral, son los primeros materiales que trabajó el hombre y la mujer, desde el comienzo: el barro, el cuero, la madera, el metal, la piedra... y nosotros llevamos esta importante tarea de mostrarle a la gente que seguimos trabajando con las mismas técnicas que hace miles de años pero con una cualidad única, propia.
Realizamos cinturones ,carteras, maletines, monederos, billeteras, entre otros productos.
Disfruto más de hacer pedidos por encargue cuando, el cliente trae una imagen. Me parece muy motivador.
Trabajo en casa con Vale, mi compañera. Tengo el privilegio de acompañar a mis hijos todos los días: comer con ellos y disfrutarlos, acompañar cada momento. Por supuesto que, el oficio de artesano demanda horas de trabajo; no solo hacemos el producto, sino también compramos los materiales y salimos a vender. Muchas veces, volvemos sin éxito otras no, claro. Crear una buena artesanía lleva mucho tiempo, lamentablemente ese esfuerzo muchas veces no es reconocido.
Para ir redondeando, a los 35 años nos vinimos para Córdoba, conocimos la escuela de la que hoy formamos parte con mucha alegría y con la que crecemos mucho. Somos felices, la vida fue y es muy generosa con nosotros.
Me acuerdo que, a los dos meses de estar viviendo acá, me llamó mi mamá, y me dijo: "¿Te acordás que hace muchos años fuimos a Mina Clavero?". Le respondí que si. Y me dijo algo que me impactó: "Nosotros estábamos con tu papá y vimos un cartel que decía "tortas y duendes" y tú papá quiso ir a ver y cuando entramos vos quedaste fascinado de como vivía esa gente ,cuando salimos de ahí me di cuenta que tuviste una revelación".
Jamás habíamos hablado de eso, en 20 años. Yo lo recordé cuando vine a vivir acá, porque el álbum de fotos lo había perdido hacía mucho tiempo...
Y así es como la artesanía marcó mi destino."
por Cristian MIranda, Maestro Talabartero,
integrante de Ubuntu - la Tienda del Lirio y
papá del Centro Educativo Lirio Azul.
Comentários